(Artículo publicado en EL COMERCIO). Estos días, los medios de comunicación se hacían eco de la hospitalización en Asturias de una menor de 14 años por el ‘tampodka’. El objetivo, el fin: evitar que los padres, al regresar a casa, perciban el aliento a alcohol.
La pregunta surge de inmediato. ¿Qué lleva a una adolescente de catorce años a introducirse por vía vaginal un tampón impregnado en vodka? Me hago esta pregunta con una enorme preocupación, tanto como madre como desde mi responsabilidad política. Creo, francamente, que este asunto merece nuestra atención y la consiguiente adopción de las medidas que sean necesarias.
El hecho de que en Asturias se hayan detectado cuatro casos de intoxicación etílica de jóvenes entre 14 y 19 años utilizando el método citado, supone que un porcentaje bastante más elevado recurre a esta peligrosa práctica que, según han advertido los médicos, puede dejar graves secuelas e incluso la muerte.
Sabemos que la adolescencia es la etapa de la autoafirmación, de la desinhibición, de la imitación, y que a menudo se utiliza el alcohol de modo abusivo en un intento de romper con las reglas establecidas y rebelarse contra los padres o la sociedad en general. Lo alarmante es que, además, el inicio de su consumo se produce a edades más tempranas.
Ni las familias ni la Administración Pública nos podemos permitir quedarnos de brazos cruzados. Solo la prevención basada en la información y la concienciación de los menores pueden atajar este grave problema. En otras palabras, si a nuestros jóvenes no se les explica cuáles son las consecuencias nocivas que comporta la ingesta de alcohol, así como la práctica del ‘tampodka’, el ‘eyeballing’ (introducir alcohol en los ojos) u otras fórmulas que se están propagando en Asturias, difícilmente podremos erradicar el problema.
Los profesionales médicos han hablado claro. Han calificado estas prácticas de “alarmantes y peligrosas”; han expuesto que, además de producir grandes daños en la flora vaginal o en la mucosa ocular, pueden provocar comas etílicos e incluso la muerte.
Ahora le toca actuar a la Administración. Por ello, al Partido Popular nos resultan del todo frívolas y temerarias las manifestaciones del consejero de Sanidad, en las que tilda este problema de “leyenda urbana”, cuando ginecólogos y pediatras están advirtiendo de sus riesgos. ¿A qué va a esperar el Gobierno del Principado para actuar?, ¿a que estos casos, “aislados” en su opinión, se conviertan en una práctica generalizada?
Por lo respecta a Gijón, nuestro Ayuntamiento no debe ofrecer como única solución la sanción prevista en la Ordenanza de Convivencia. Esta visión no deja de ser simplista.
El Partido Popular apuesta por la labor preventiva. Gijón ya ha perdido demasiado tiempo sin programas específicos de prevención escolar, que incluimos dentro de nuestra propuesta del Plan Municipal de Drogas. Este Plan tiene que servir también, entre otros objetivos, para detectar a tiempo los distintos métodos de intoxicación etílica y prevenir su difusión.
Por ello esperamos que la Ordenanza de Convivencia, que entrará en vigor próximamente, se acompañe de la puesta en marcha de un Plan Municipal de Drogas con acciones preventivas en tres pilares fundamentales: las familias, los centros escolares y campañas municipales.
El Partido Popular ya elaboró y presentó al gobierno de Foro un documento del Plan Municipal de Drogas, cuya puesta en funcionamiento no puede demorarse más. La salud de nuestros jóvenes está en juego.
Ángeles Fernández-Ahúja
Presidenta del Partido Popular de Gijón y diputada nacional