José Naveiras Escanlar, Pepe El Ferreiro, es una nueva víctima de la forma de gobernar de los socialistas asturianos. Lo han cesado como director del Museo Etnográfico de Grandas de Salime con alevosía y con formas propias del más rancio caciquismo. Y lo han cesado, porque ni se doblegó a las directrices y ocurrencias de una administración regida por el sectarismo ideológico, ni consintió la altanera prepotencia de un alcalde del régimen.
Hablemos claro, sin Pepe El Ferreiro no habría museo. Gracias a él, a su empeño de muchos años, a su amor a la cultura tradicional del Occidente asturiano, surgió el que es un importantísimo referente museístico, mucho más allá de las fronteras de nuestra comunidad autónoma, y en lo concerniente al patrimonio etnográfico.
Podemos decir que Asturias, nuestra Asturias, está enferma. Una dolencia paralizante lleva décadas lastrando sus opciones de futuro. Es ese nepotismo incapaz y pretendidamente progresista ejecutado por el presidente Vicente Álvarez Areces y su partido, que tanto mal le está haciendo a nuestra tierra, y que ha provocado el cese caprichoso del más cualificado para dirigir el ilusionante proyecto cultural que se asienta en Grandas de Salime.
Todavía hace unos lustros era difícil, para muchos asturianos, localizar el concejo grandalés en el mapa. Situado en una comarca que sufrió durante mucho tiempo el olvido de los gobernantes, encontró en Pepe El Ferreiro a la persona que supo concienciar a sus habitantes del tesoro que representaba su pasado y tradiciones. Pepe El Ferreiro ayudó generosamente a que sus vecinos recuperasen el orgullo de pertenecer a una comunidad rural, y de ello nacieron unas instalaciones que, además de didácticas, se constituyeron en un motor para la actividad económica de la zona y su puesta en valor como destino turístico.
Para la gente de Grandas de Salime la ilógica destitución de El Ferreiro es una afrenta colectiva. Allí no se puede entender un trato semejante para quien debiera ser objeto de los mayores reconocimientos públicos. A los grandaleses les resulta incomprensible que al impulsor y creador del Museo se le expulse de éste y se le humille hasta el punto de prohibirle el acceso.
Pepe El Ferreiro llevaba en sus tareas de dirección 22 años, pero ello no ha sido suficiente para un Gobierno experto en “chiringuitos” y amigo de “vendettas”. Demasiado honrado, honesto, directo y sin dobleces. Alejado, en definitiva, de todo lo que caracteriza a los que desgobiernan Asturias, de esos individuos que desprecian a lo asturiano y a los asturianos. No nos han de extrañar entonces titulares como el de La Voz del Occidente: “Cesado por motivos políticos, como en los tiempos del fascismo”. En esas estamos y eso es lo que tenemos, pero solo hasta que la ciudadanía diga basta. En democracia siempre es el Pueblo quien tiene la última palabra. ¡Haxa salú!