Comienza un nuevo año. En los doce meses del que se ha ido han sucedido infinidad de cosas, a pesar de que es verdad que se cumple esa vieja expresión de que el tiempo vuela. En Asturias, aunque ya todo indicaba que iba a ocurrir, la crisis sin precedentes que afecta a España, a su economía y a su empleo, ha tenido un efecto demoledor que, de una manera o de otra, nos ha alcanzado a todos los asturianos.
2009 ha supuesto para el Principado, no un año perdido, sino de retroceso en el empleo y en la actividad económica, con especial incidencia en la brutal bajada de la producción, tanto de las grandes compañías instaladas en nuestra región, ArcelorMittal puede ser un ejemplo, como de las pequeñas y medianas empresas que son las que mayoritariamente generan riqueza. Y esto, sin hablar de la dificilísima situación por la que atraviesan los autónomos y sectores como el de los servicios: turismo, hostelería y comercio.
La situación ha llegado a tal límite que sectores enteros de la producción, como la construcción naval en Gijón, que empleó durante generaciones a miles de trabajadores, está prácticamente extinguida. Sólo nos queda el astillero Factorías Juliana y todos conocemos su estado y cómo, quien lo privatizó y vendió, el Gobierno de Rodríguez Zapatero, no mueve un dedo por salvarlo.
Lo ocurrido con el dinero que el Ejecutivo nacional dedica en sus presupuestos a Asturias deja ya en evidencia cómo va a ser 2010. La ausencia total de recursos en las cuentas del Estado para infraestructuras de transporte en nuestra región, de la que el AVE es el más claro ejemplo, auguran un año más de indiferencia y discriminación de las autoridades socialistas hacia el Principado. Esto demuestra que aquellos que dirigen nuestra comunidad y nuestros municipios, Gijón y Avilés entre ellos, carecen de capacidad de influencia y, por supuesto, de liderazgo, para obtener del Gobierno socialista de España, de su propio partido, aquellas obras y recursos imprescindibles para que Asturias salga de una crisis que en nuestra región se viene prolongando durante décadas.
Pero la voluntad de los ciudadanos puede cambiar radicalmente la situación. Cuando lleguen las próximas elecciones, tanto municipales como autonómicas y generales, tenemos la capacidad de darle un vuelco a esta negativa realidad.
Tengo el convencimiento de que el conjunto de los asturianos ya han visto, si es que les quedaba alguna duda, la absoluta incapacidad de quienes nos gobiernan para afrontar y salir con éxito de esta crisis. 2010 es un año preelectoral, si no se adelantan los comicios, lo que podría perfectamente ocurrir, y es, por tanto, un tiempo en el que cada uno de nosotros puede y debe valorar qué personas, qué grupos políticos tienen la capacidad, las energías y también el entusiasmo, para enfrentarse con solvencia a esta crítica situación económica y social. Ya se demostró en el pasado cómo el Partido Popular y su Gobierno recogieron del PSOE la economía española en un estado lamentable, y en un brevísimo periodo de tiempo se consiguieron metas que parecían inalcanzables, como entrar en el euro o lograr los ocho años de mayor crecimiento económico continuado y menor desempleo conocido en toda la etapa democrática.
No hay que resignarse. La virtud de la democracia es que cuando vamos a las urnas tenemos ocasión de cambiar la realidad, de sustituir a los dirigentes que no solucionan los problemas de las personas, y elegir al grupo político, el Partido Popular, que sí tiene esa capacidad, demostrada sobradamente.
El que Asturias esté en esta situación no debe impedirnos esperar que durante 2010 nos sucedan, en lo personal, en lo familiar y en lo profesional, cosas buenas, favorables, por qué no. Así se lo deseo a todos.