El secretario general de la Agrupación Socialista de Gijón, José Manuel Sariego, calificó ayer a los vecinos de Cabueñes como “malos ciudadanos y vecinos”.
El Partido Popular de Gijón no puede dejar sin respuesta esas intolerables declaraciones. Estamos ante unas palabras que repugnan a cualquier persona que tenga un mínimo concepto de lo que supone ser ciudadano en un país libre y que pone en evidencia que Sariego es una persona que, a poco que se exprese, manifiesta unas convicciones radicalmente antidemocráticas.
Hoy, quizá más que nunca, su modo de ser y de entender la política han quedado a la luz. Para José Manuel Sariego, el que unos ciudadanos de Gijón se dirijan a ‘su Ayuntamiento’ y le expongan a ‘su concejal de Urbanismo’ lo que ha ocurrido con una finca en la que el responsable durante muchísimos años del Urbanismo municipal ha realizado sucesivas compraventas, con el resultado final de obtener un enorme beneficio, les convierte automáticamente en “malos ciudadanos y vecinos”.
Para Sariego son “malos ciudadanos” porque, además, acuden a los medios de comunicación y les transmiten los datos que poseen de las fincas de su parroquia que se encuentran dentro del espacio donde se pretenden construir edificios en altura que albergarán al menos 600 viviendas, algo que permite el Plan General de Ordenación Urbana de Gijón, en el que participó ese alto funcionario municipal, Ovidio Blanco.
El secretario general del PSOE de Gijón deja ver su verdadero rostro. Hay para él dos tipos de gijoneses, los buenos y los malos. Los buenos son los que nunca se atreverán, pase lo que pase y conozcan lo que conozcan de lo que sucede dentro del ámbito municipal, a decir nada. Los que no ejercerán nunca los derechos que las leyes les otorgan son, para Sariego, los buenos vecinos. Al contrario, los que hagan saber a los responsables de la política municipal, a los concejales, lo que para ellos puede perjudicar a la ciudad o ser ilegal, son los malos vecinos, según Sariego.
Esa distinción, que hace Sariego, entre ciudadanos buenos que “colaboran” con el aparato político, callando siempre, y los “malos”, que se atreven a hablar y que, además, se dirigen a los medios de comunicación, derecho esencial en un estado democrático y de opinión pública, es la propia de regímenes totalitarios, a los que con sus incalificables palabras el primer teniente de alcalde de Gijón demuestra añorar. Las sucesivas y contradictorias versiones que se están dando por los diversos concejales del equipo de gobierno sobre este escándalo dejan en evidencia un enfrentamiento, ajeno a cualquier interés ciudadano, entre las distintas ‘familias’ socialistas que pretenden medrar dentro de su partido y ocupar los puestos más destacados en las candidaturas electorales.