La mayoría de los gijoneses nos hemos sentido ofendidos ante las declaraciones realizadas a La Nueva España por el cantautor Albert Pla, en las que aseguraba que le “daba asco ser español” y que “en Gijón debería aprenderse catalán por cojones”.
Nuestra indignación se debe a que entendemos estas aseveraciones como una falta de respeto y un ataque a nuestros sentimientos y valores. La mayoría de los gijoneses, como los asturianos, nos sentimos profundamente orgullosos de nuestra tierra, nuestra historia, nuestras tradiciones y nuestros símbolos. Tan orgullosos de lo nuestro como del conjunto de España. Y lo decimos sin complejos, sin miedos y con la cabeza bien alta.
Nunca hemos utilizado el amor a nuestra tierra como un arma arrojadiza o como un elemento de enfrentamiento y segregación. Todo lo contrario, somos un pueblo integrador y plural, que busca sumar al conjunto de nuestro país. De ahí, que los nacionalismos y los enfrentamientos territoriales jamás hayan formado parte de nuestro ADN.
Por supuesto que entendemos que los artistas pueden exhibir un punto provocador, irónico e irreverente. Por nuestra villa han pasado centenares de personalidades destacadas en los más diversos campos y siempre se les ha acogido como a un gijonés más, sin importar su orientación política o sus pareceres sobre los temas de actualidad. Pero esto va mucho más allá. No puede esconderse bajo intelectualidad, provocación o ironía lo que es simple ignorancia, odio y sectarismo.
Los políticos, que son servidores de los ciudadanos y han de velar por sus intereses, han de dar una respuesta contundente cuando sus vecinos se sienten dolidos. Haciéndonos eco de la indignación ciudadana, desde el Partido Popular de Gijón y Nuevas Generaciones dimos el primer paso, exigiendo públicamente que se rescindiera el contrato con este ‘artista’ y que no volviera a ser contratado por parte de las instituciones públicas hasta que pidiera disculpas al conjunto de los gijoneses. Gracias a esa actitud del Partido Popular, se tomó una decisión que el gobierno municipal no se atrevía a dictar (extraños complejos los de Foro Asturias).
Por su parte, PSOE e Izquierda Unida apoyan su actuación. Es curioso contemplar el camino de autodestrucción que ha emprendido la izquierda española (sí, española) y que parece no tener final. Lo triste es que los líderes de esa izquierda en nuestra ciudad no se dejen impregnar por ese sentimiento ciudadano de amor a nuestra ciudad, a nuestra Asturias del alma y a nuestro país. Odios cainitas venidos de siglos anteriores siguen ganando la batalla a nobles sentimientos del siglo XXI.
DAVID GONZÁLEZ MEDINA, PRESIDENTE DE NUEVAS GENERACIONES DEL PARTIDO POPULAR DE GIJÓN