Setiembre marca para la inmensa mayoría la vuelta a la ‘normalidad’, tras el paréntesis de los dos meses del año que son los más propicios, por el buen tiempo y las vacaciones escolares, para tomarse unos días libres. Hoy también es un día de fiesta para todos los asturianos.
El Día de Asturias, que coincide con la festividad de nuestra patrona, la Virgen de Covadonga, y los actos de la jornada de ayer, con el Pleno Institucional de la Junta General del Principado y el otorgamiento de las Medallas de Oro y Plata de Asturias, señalan en nuestra región el inicio del nuevo curso político. Un curso político que, tanto en la esfera regional como nacional, no va a ser fácil. Seguimos inmersos en un proceso de recesión económica, del que en nuestro país, no se atisba el final y que, desgraciadamente, marcará el quehacer venidero en todos los ámbitos. En el político, obviamente, es el asunto prioritario y casi exclusivo a atender.
Ya durante el verano, la actualidad informativa estuvo marcada en Asturias por el contexto económico. Como consecuencia de la crisis, que en nuestra región es particularmente intensa, ya se han hecho presentes temas tan relevantes como las consecuencias de la financiación autonómica y la crisis presupuestaria que padece la Administración del Principado por falta de ingresos y nula eficiencia en la gestión de los gastos.
Como resultado de los pactos que, de una manera atropellada e irresponsable, Zapatero alcanzó con los partidos políticos más extremistas de Cataluña, sólo, y hay que decirlo, para comprar su apoyo en el Parlamento nacional, ha quedado de manifiesto que en ese reparto de fondos del Estado Asturias ha resultado perjudicada. Y que, además, el PSOE regional y el presidente Álvarez Areces han sido unos meros convidados de piedra en este desgraciado juego de intereses meramente partidistas.
Por otra parte, los responsables políticos del Gobierno asturiano que el derecho a se han visto obligados a reconocer que nuestra sanidad, de calidad, universal y gratuita, corre un grave riesgo. Han dicho reiteradamente que el gasto sanitario en nuestra región está fuera de control, tanto por los problemas que, según ellos, acarrea la propia estructura asistencial en nuestro territorio, como por los recursos que se destinan a medicamentos.
Para hacer frente a este problema, y a otros muchos más relacionados con los fondos públicos, los dirigentes socialistas asturianos, en sintonía con el Gobierno de la Nación, han decidido que su única solución es aumentar los impuestos a los ciudadanos. Todavía ocultan, o ni siquiera saben, cuáles van a incrementar y en qué cuantía.
Sociedad asturiana, que ha venido creciendo siempre menos que el conjunto de la española; que tiene un enorme porcentaje de la población dependiendo de las pensiones, que registra la tasa de actividad más baja del país, que ha sufrido un brutal proceso de desindustrialización y cuyos jóvenes abandonan la región para encontrar un empleo, no puede verse sometida a una mayor carga fiscal.
En definitiva, quienes nos gobiernan en Asturias y en España no sólo negaron la crisis, sino que ahora, una vez demostrada su absoluta incapacidad para combatirla, nos abocan a un mayor empobrecimiento individual y colectivo acudiendo a la medida más negativa y más injusta.