Manuel Pecharromán, concejal del Grupo Popular
El concejal del Grupo Popular Manuel Pecharromán estuvo hoy brillante en su intervención en el Pleno municipal en el que comparecía Justo Vilabrille, a petición del Partido Popular, para informar sobre el hallazgo arqueológico en la Campa Torres. Pecharromán le invitó a dimitir tras negarse éste a dar explicación alguna sobre lo sucedido.
El concejal popular lamentó la «irreparable perdida y el expolio del patrimonio histórico» de los gijoneses, e hizo hincapié en que se pagaron seis millones de euros por las excavaciones que llevó a cabo, junto a Ángel Maya, el actual director del Museo Etnográfico de Grandas de Salime, Francisco Cuesta.
El hecho de que la empresa contratada para el inventariado de los hallazgos encontrados en un «zulo» de la Campa Torres tardará ocho meses en su cometido, pone de evidencia el mal estado en el que se encontraban las piezas, según explicó Pecharromán. Además, hizo hincapié en que dichas piezas son muy importantes para conocer el pasado de la ciudad, y afirmó que el lugar donde éstas se encontraron no cumplía las condiciones idóneas de conservación.
Manuel Pecharromán acusó a Vilabrille de «mentir» y de tratar de ocultar el asunto. Para ello, se sirvió de una carta firmada por Pilar González Lafita, directora de la Fundación Municipal de Educación, Cultura y UP de Gijón, en la se habla de «estado precario de conservación. El concejal popular invitó a Vilabrille a explicar el asunto, porque si no sería «cómplice». Lejos de dar explicaciones, el concejal socialista de Cultura se dedicó a hablar de lo humano y lo divino.
Pecharromán apuntó que faltaban doce años de excavaciones, cuando Vilabrille aseguraba que era sólo de los últimos años. No sólo eso, enfatizó que faltan materiales desde hace 27 años, de cuando dieron comienzo las primeras excavaciones, y recordó que cada pieza es Bien de Interés Cultural. Además, indicó que los restos que fueron encontrados en 2009 llevaban ocho años desparecidos, y acusó directamente a la alcaldesa de Gijón, a la consejera de Cultura, y a Vilabrille, al que animó a que dimitiera.
