Asombro y perplejidad sentí al leer, en boca del teniente alcalde, Rafael F que se apartaba de su cargo a la Secretaria General del Ayuntamiento de Gijón porque “estamos capacitados para ello y punto”. De un plumazo han hecho añicos nociones básicas en democracia y, en particular, en el ámbito de la actuación de la Administración.
Los poderes públicos, los gobiernos en general, han de fundar, motivar, la totalidad de sus actos y decisiones. El no hacerlo, además de opacidad en la gestión, denota falta de cultura democrática, sin perjuicio de poner en entredicho la dignidad misma de la persona afectada, en este caso, Dora Alonso. Y eso, en mi opinión, supone entrar en un juego sumamente peligroso.
No es de recibo invocar una reestructuración del organigrama municipal sin antes explicar por qué se hace y en qué consiste. No debe obviarse que Dora Alonso no era una funcionaria más, ya que velaba porque toda actuación municipal cumpliera escrupulosamente la legalidad, a fin de que en ningún caso se produjere desviación de poder. En consecuencia, a la hora de apartarla del cargo, había que ser extremadamente cuidadoso, tanto en las formas como en el fondo. Y no se ha sido ni en lo uno ni en lo otro.
Hasta el momento, nadie ha explicado convincentemente las circunstancias que han llevado a su destitución. Y solo caben dos opciones: o la hasta ahora secretaria general no ha procedido con rectitud y conforme a la ley, en cuyo caso habría que ejercer las acciones legales oportunas, o bien, por el contrario, no se ha plegado a los planteamientos sugeridos desde la Alcaldía.
Tanto la dignidad funcionarial como el propio funcionamiento democrático de las instituciones requieren una explicación. En ningún caso, la discrecionalidad de que goza una Administración para decidir y actuar equivale a arbitrariedad, a comportarse de modo caprichoso.
Me temo que a este gobierno municipal le queda mucho por aprender en el manejo de las reglas del juego democrático. Afortunadamente, en democracia los ciudadanos son quienes ponen el último punto.
Ángeles Fernández-Ahúja, prEsidenta del Partido Popular de Gijón