(EL COMERCIO) Existe en la ciudad una percepción generalizada sobre la falta de interés del actual gobierno local por la política cultural. Si repasamos los seis años de Foro al frente del Consistorio, pocas iniciativas encontramos más allá de la creación del Festival del Arco Atlántico. Un engendro alumbrado en el anterior mandato por el entonces concejal Carlos Rubiera, cuya gestión se recordará por las ocurrencias y el grandonismo. Así que, acosada por la falta de ideas, se entiende que Moriyón defienda su continuidad contra viento y marea, aunque sea con argumentos tan sólidos como que “la ciudadanía lo quiere”.
Por tanto, no sorprende que, ante la advertencia de Xixón Sí Puede de no apoyar la continuidad del Festival por no permitirse a la ´Xunta Pola Defensa de la Llingua` presentar en este marco su propuesta para el establecimiento de la oficialidad del asturiano, la Alcaldesa no haya dudado en desautorizar a su Concejal Cultura, que, con buen criterio, había resuelto que un acto de marcado carácter político no tenía encaje en este evento cultural.
Y es que Montserrat López olvidó la primera regla que sostiene la acción del gobierno municipal: no llevar nunca la contraria a la formación morada. Más si cabe en Cultura, donde Xixón Sí Puede, ha sabido aprovechar como nadie la debilidad y el desnortamiento de Foro para hacerse con el control de esta área, de manera que todo se negocia y se consulta con el concejal Orlando Fernández, y, por supuesto, ya nada se hace sin su visto bueno.
Ahora bien, esta vez Carmen Moriyón se ha superado a sí misma con un desafortunadísimo comunicado en el que celebra la contribución de esta iniciativa para «construir el consenso necesario para la solución del conflicto lingüístico de Asturies». Sinceramente, es preocupante que la máxima autoridad de la ciudad asuma como propio un discurso radical en el que se presenta a los hablantes del Asturiano en una inexistente situación de marginalidad y discriminación, y que esté dispuesta a participar en ese burdo intento de convertir la Llingua en un banderín político e identitario.
Estamos ante el enésimo ejercicio de travestismo político de la líder local de Foro, que vuelve a actuar al margen, cuando no en contra, de los sentimientos, creencias y convicciones de los ciudadanos que la han votado. Acostumbrada en estos dos años a hacer de su capa un sayo y justificar cualquier posicionamiento, por insólito que este sea, en la necesidad de acuerdos que garanticen la gobernabilidad, a Moriyón ya no le importan programas e ideologías, solo sumar votos y escaños para mantenerse en el poder a cualquier precio.
Y, aunque los designios de la democracia son tan inescrutables como los del Señor, me atrevo a vaticinar a la señora alcaldesa y su Partido una muy sonora bofetada política en las próximas elecciones municipales, porque si hay algo que la derecha no perdona, es la traición.