En los últimos meses José Blanco ha dado las peores noticias posibles para Asturias. Con la disculpa de reducir el déficit, el ministro de Fomento anunciaba el pasado mes de julio un brutal recorte presupuestario que afectaría a obras ya en marcha; en concreto, se anularían 32 contratos y 220 actuaciones se verían retrasadas.
Más recientemente, antes de que acabara agosto, Blanco compareció en el Congreso de los Diputados para explicar que el tijeretazo sería finalmente de 2.500 millones de euros y que, por lo tanto, habrá 700 millones para repartir entre 49 infraestructuras españolas, entre ellas la autovía del Cantábrico. Pero es que esta vía, la también denominada A-8, necesita al menos 234 millones para concluir los cinco tramos aún pendientes. Días antes, a mediados del pasado mes, el ministro de Infraestructuras visitaba Asturias y se atrevía a decir que “ni las constructoras ni yo mismo sabemos cuándo se va a acabar” la citada obra. Vamos, que va para largo si no se le pone remedio.
Es una tomadura de pelo por parte del Gobierno de Zapatero que esta infraestructura, clave para el desarrollo socioeconómico de la región, siga sin un calendario real. Como han advertido los empresarios del transporte, no hay ningún corredor importante en toda Europa, salvo el del Cantábrico, que no tenga como mínimo una autovía de primera generación. El PSOE nos ha relegado al aislamiento, a ser los últimos en comunicaciones viarias.
Los socialistas asturianos se consuelan diciendo que la autovía del Cantábrico sí figura dentro del trozo de esa tarta de 700 millones, porque otras obras, también fundamentales para Gijón y Asturias, están ya descartadas por el Gobierno de la Nación. Me refiero, por ejemplo, a la autovía Lloreda-El Empalme, pieza esencial para los nuevos accesos al puerto de El Musel. ¿Se imaginan los gijoneses que enormes camiones tengan que atravesar de manera continuada, mañana y noche, el casco urbano de nuestra ciudad? Pues vamos camino de esa situación de caos, peligro, desorden y ruido de tráfico.
Sin embargo, los dirigentes socialistas no se turban ni se les cambia el color de la cara cuando se refieren a nuestras infraestructuras de comunicación. En Gijón, sin ir más lejos, quienes hoy gobiernan en el Ayuntamiento prometieron en su programa electoral “la culminación de los tramos asturianos de la autovía del Cantábrico, tanto del Unquera-Llanes como de los tramos occidentales”. Del resto de incumplimientos, como el metrotrén o la Alta Velocidad entre Gijón y Madrid, ya ni hablamos.
Estos incumplimientos, estos graves retrasos en infraestructuras, demuestran que hacen falta dirigentes con peso político y con ideas claras en Asturias y en Gijón, para lograr que los proyectos comprometidos con cada territorio se hagan realidad de una vez por todas.