R. Valle (La Nueva España) Una cruz con las letras alfa y omega y el texto «Llevo la señal de la Santa Cruz. ¡Huye demonio!» fechado en el año 1051 (era 1089) dan forma a la lápida de mármol blanco que se guarda en el interior de la iglesia de San Andrés de La Pedrera, adonde llegó procedente de su espacio original en la antigua iglesia de Santa María de Leorio. Es esa lápida y sus «compañeras» en el pórtico de la iglesia parroquial de Santo Tomás de Granda y sobre la puerta lateral sur de la iglesia de San Salvador de Deva las que son objeto de un proyecto municipal para divulgar su conocimiento entre los gijoneses y dar trascendencia a su valor histórico.
El Partido Popular está tras esta idea, que afecta a las tres únicas lápidas medievales que se conservan en la zona rural gijonesa y que se inscribe dentro de un proyecto más ambicioso de defensa del patrimonio cultural e histórico que se guarda en cada una de las veinticinco parroquias del Gijón más verde.
En el caso de la lápida de La Pedrera se trata de un ara en mármol blanco de 0,30 por 0,25 metros que fue rota en la noche del 23 al 24 de agosto de 1936, lo que provocó la pérdida de algunas equis de la fecha. El texto original se conoce por su reproducción en varias publicaciones, entre las que destaca el libro «Asturias monumental, epigráfica y diplomática», de Ciriaco Miguel Vigil, publicado en 1887. Julio Somoza fue otro de los estudiosos de la historia local que se fijó en la pieza.
Ciriaco Miguel Vigil también estudió la lápida de consagración de San Salvador de Deva. Y gracias a esos estudios y a unas copias realizadas por Francisco de Paula Caveda en el siglo XVIII se ha conseguido preservar el texto escrito en la piedra, que «fue destrozada en cinco pedazos y unida con cemento de manera poco afortunada, faltando pequeños fragmentos», como recuerda Francisco Javier Chao Arana en su libro «La ciudad verde. Historia de las parroquias rurales».
Las dimensiones de la lápida son de 1,53 metros por 53 centímetros y lleva en el centro una cruz rehundida con las letras alfa y omega pendientes de sus brazos, siguiendo la tradición de Alfonso III. La traducción del texto es: «En nombre del señor Jesucristo, por amor del cual la reina Velasquita, hija de Ramiro, edificó el templo del Señor Salvador. Aquí se guardan las reliquias, para que ella reciba premio digno en el seno de los santos, viva aquí feliz y consiga el reino de Dios. Amén. Con lo cual se consagró este templo». Los expertos establecen, a falta de fecha, su reseña entre 962 y 1006 por los años de reina de Velasquita.
La última lápida se encuentra en el pórtico de la iglesia de Santo Tomás de Granda y se considera la fundacional de su antecesora, la iglesia de Bahones, que fue demolida en el siglo XVIII. Chao Arana recuerda en su libro su «curioso periplo» por la capilla de San Antonio de Padua (Bernueces) y el Museo de Jovellanos antes de llegar a Granda, en 1993. La traducción del latín deja el siguiente mensaje para la historia: «En el nombre del Señor fue consagrado este templo… por Gudesteo, obispo, por mandato del príncipe Bermudo, hijo de Ordoño, en las nonas de febrero (5 de febrero), de la era de mil treinta y uno (993 después de Cristo). Aquí están guardadas las siguientes reliquias de la cruz del Señor».