Lentamente, con mucho trabajo, va asomándose la luz en los oscuros hechos que han sucedido en torno a la reaparición de miles de piezas arqueológicas en la Campa Torres en condiciones deplorables. Pese a que los dirigentes socialistas del Ayuntamiento de Gijón y del Principado nieguen que haya habido ningún daño, pese a que nieguen la necesidad de una investigación, hay ya varios hechos claros.
Sabemos que en 2006 el Principado cedió en depósito al Ayuntamiento de Gijón veinticinco cajas de material arqueológico del yacimiento de la Campa Torres. Dichas cajas habían sido entregadas por el profesor José Luis Maya, ya fallecido, y tenían los siguientes años de ingreso: 1978, 1982, 1983, 1984, 1985, 1986, 1987 y 1988. Hay que recordar que las excavaciones prosiguieron hasta el año 2000, pero pese a ello en el Principado no parece que conste la entrega de ningún otro material. Tampoco parece que en todo este tiempo nadie haya reclamado todas las piezas olvidadas, ineptitud inexplicable, aunque año a año se seguían autorizando nuevas excavaciones.
En marzo de 2009 apareció una especie de «zulo», que no reunía ninguna de las condiciones para albergar material arqueológico, y en él se descubrieron 368 cajas con el patrimonio histórico que nunca fue entregado a las autoridades. Miles de piezas, de prácticamente todas las campañas, reaparecieron sin ninguna protección ni cuidado. Ningún responsable político notificó el hallazgo, se intentó silenciar el escándalo e inmediatamente se encargó un informe que detallara su estado a la empresa MS Arqueo.
En enero de 2010, la Consejería de Cultura, después de destituir en su puesto al fundador del Museo Etnográfico de Grandas de Salime, Pepe el Ferreiro, nombra a Francisco Cuesta director del museo. Cuesta dirigió, junto a Maya, y fue responsable hasta el año 2000 de las excavaciones en la Campa.
Al darse a conocer el hallazgo, gracias a algunos ciudadanos responsables y al periódico La Nueva España, en abril de 2010, el Partido Popular decide presentar una denuncia ante el fiscal y solicitar las comparecencias de los principales responsables políticos, todos ellos del PSOE. El concejal de Cultura, Justo Vilabrille, afirma que los materiales no sufren ningún deterioro y que todo está clasificado con criterios científicos. La consejera de Cultura se manifiesta en términos similares, negando que hubiera daño alguno.
Sin embargo, el inventario que presenta MS Arqueo evidencia que en un gran número de elementos no figura el sector en el que fueron encontrados, ni la fecha de hallazgo, ni el número de inventario en la excavación, ni, por supuesto, la capa estratigráfica en que fueron hallados. La pérdida de información y la existencia de daños se evidencian aún más con la carta que la directora de la Fundación Municipal de Cultura dirige a la Consejería y en la que afirma que el Ayuntamiento «no tenía registro, ni inventario, ni seguro, al no tener noticia de la existencia de dichos materiales? Ante el estado precario de conservación de esta colección de objetos arqueológicos y ante la falta de datos científicos de las excavaciones, se procedió con urgencia a realizar una labor de salvamento del material?». Queda claro que los políticos socialistas mintieron.
Ahora hay nuevos datos que explican el porqué de esa carta. Por fin hemos tenido acceso a un informe de la empresa MS Arqueo en el que se informa sobre la forma en que se dejaron tirados los bienes y la pérdida de información que se ha producido. En ese informe se habla de piezas inventariadas en servilletas, en papel reutilizado y en papel higiénico; se refiere también a cajas deshechas por la humedad, a bolsas sin datos, a bolsas en las que ya era ilegible la información rotulada. Se da cuenta también de bolsas mal cerradas, que perdieron el contenido total o parcialmente; de un patrimonio histórico esparcido sin ningún dato asociado, de fichas destrozadas por la humedad, rotas y totalmente ilegibles, de piezas distintas con un mismo número de inventario. En definitiva, incoherencias en fichas y datos. Un desastre total.
Todavía no tenemos conocimiento de los posibles daños que han sufrido los materiales, pero cualquier arqueólogo conoce los efectos de una incorrecta conservación: se producen fenómenos fotoquímicos, los pigmentos de las pinturas (cerámica) sufren alteraciones, los materiales pétreos ven afectada su resistencia interna, los materiales metálicos se ven afectados por la corrosión, los huesos se contraen o aumentan de volumen, se forman seres biológicos, de tipo vegetal o animal, como mohos y hongos, que provocan manchas sobre los materiales, etcétera. Y lo que sí sabemos ya es que en ese búnker había multitud de mohos y hongos.
Una vez hecho público el informe, los incompetentes, que seguramente son los mismos que dejaron tirados los materiales o intentaron ocultar los hechos, centran su estrategia en intentar desacreditar a la empresa MS Arqueo, difundiendo su relación de amistad con Pepe el Ferreiro. Curioso, sobre todo, si tenemos en cuenta que el informe está realizado mucho antes del cese del mismo y del nombramiento de Cuesta. Si ya era evidente la incompetencia de los responsables técnicos y políticos de las excavaciones en la Campa, ahora queda probada su clara mala fe. Mala fe que cabrea, aún más, a decenas de funcionarios y arqueólogos, profesionales intachables, que han dedicado gran parte de su vida a recuperar, poner en valor y hacer posible que todos disfrutemos del conocimiento de nuestra historia y de nuestras raíces culturales. Hoy siguen comprobando cómo algunos dirigentes socialistas se dedican a tapar, encubrir, ocultar y enmarañar lo realmente ocurrido en las excavaciones de la Campa.
Muchos de los que prometimos servir a los ciudadanos tenemos claro dónde está nuestro sitio: con la verdad.