(J. Fernández / EL COMERCIO) Hacía más de dos décadas que no se celebraba y volvió con cambios sustanciales. En la feria de San Antonio de este año, que reunió a ganaderos y amantes del mundo rural en el recinto Ferial Luis de Adaro el viernes y el sábado pasados, no se realizó ni una sola venta. Y no fue por falta de demanda o interés por hacer negocio.
La «posibilidad de que el ganado destinado a la venta contamine a los animales que compiten en el XXXV Concurso Regional de Raza Frisona», fue el motivo que esgrimió la Consejería de Agroganadería para prohibir las transacciones. Una disculpa «muy peregrina» a juicio del PP gijonés. «La decisión del Principado dejó la feria como una exposición-escuela», criticó ayer el concejal Francisco Cubiella.
«Que nosotros sepamos, en estos momentos no hay ninguna alarma veterinaria activada», dijo el edil, quien rechazó las explicaciones del Principado y lamentó el «daño» que ha causado su decisión a los tratantes. «Es una pena que se pongan cortapisas desde donde se debería estar ayudando», resaltó Cubiella.
Las operaciones de compraventa, dijo, habrían sido el broche ideal para que la vuelta de la feria de San Antonio, cuya recuperación calificó de «muy positiva» ya que permite a los niños conocer de primera mano el mundo animal, algo difícil de lograr en las ciudades. Y no solo eso, Cubiella destacó también que Gijón «no es solo industria y turismo» y que el campo va también su ADN, ya una parte muy importante del municipio es rural y en ella se practican la agricultura y ganadería.