
Pilar F. Pardo
La de San Xuan es una noche mágica, que marca el inicio del verano, el triunfo del día sobre la oscuridad. Es la noche de las fogueras en Asturias. Un momento propicio para disipar los malos augurios, todo lo negativo, y abrir la puerta a los sueños, por muy inalcanzables que parezcan, y a los buenos deseos, que seguro se cumplirán. Deseos privados, que reservamos para nosotros, deseos para los más cercanos y deseos colectivos en los que volcamos nuestros anhelos de mejorar todo aquello que, como comunidad, nos afecta: mejorar la cantidad y calidad del empleo, los servicios sanitarios y sociales, el acceso a un vivienda asequible, una educación de mayor calidad, tener cuanto antes unas comunicaciones mejores y más rápidas… Son muchos, lo sé, pero alcanzables. Para ello, hay que darles la prioridad que merecen y convertirlos en realidad con la voluntad y el esfuerzo que, para bien de todos, exigen.
Avivar el fuego, las llamas que todo lo purifican, es sencillo. Casi todos tenemos en nuestra casa algún enser o trasto viejo del que podemos desprendernos y qué mejor que hacerlo en alguna de las cientos de fogueras que hoy arderán en la mayoría de los pueblos y ciudades de Asturias.
Un periodo en el que caben días de descanso para poner punto y final a un invierno y a una primavera que, en Asturias, este año no nos han sido demasiado benignos.