El traslado provisional de los residentes del Albergue Covadonga a las antiguas instalaciones del Hogar de San José, en el barrio de El Natahoyo, mientras se lleva a cabo la imprescindible reforma del actual edificio –que presenta serios problemas estructurales– ha generado cierto malestar entre algunos de los vecinos. Desde el Partido Popular, entendemos las dudas y preocupaciones que esta situación pueda ocasionar, y por ello se han venido ofreciendo respuestas y aclaraciones tanto desde la Fundación de Servicios Sociales como por parte del propio concejal responsable, que ha mantenido diversas reuniones con todas las asociaciones vecinales y entidades representativas de la zona. Además, tras escuchar a los técnicos, a los encargados del Albergue Covadonga y a los de la Fundación Hogar de San José, estamos absolutamente convencidos de que la solución planteada no debiera generar ningún problema de convivencia en el barrio. Dicho lo cual, y entendiendo el interés legítimo de los vecinos, algunos de los comportamientos exhibidos el pasado lunes durante la concentración celebrada con motivo de la inauguración de la Capilla de San Esteban del Mar resultan absolutamente inaceptables. Más propios de una turba o de grupos radicales que de ciudadanos que, legítimamente, expresan sus reivindicaciones en un marco de educación y respeto. Mención aparte merece la participación de Vox en las protestas. Resulta llamativo que, en lugar de aportar soluciones, se dediquen a alentar el enfrentamiento y la desinformación. Nos gustaría saber qué alternativa proponen: ¿Dejar que el Albergue Covadonga se venga abajo con sus residentes dentro? ¿Esconder la situación bajo una alfombra? ¿Expulsar a estos ciudadanos, muchos de ellos gijoneses en situación de vulnerabilidad, de su propia ciudad? Cabe recordar que se trata de personas, algo que algunos parecen olvidar. No podemos, por puras motivaciones políticas, ignorar una realidad que existe en nuestra ciudad. El Albergue Covadonga cumple una función social necesaria, y garantizar su continuidad durante la reforma es una cuestión de responsabilidad y de sentido común. Ante una problemática que es de ciudad, la solución también debe ser colectiva y solidaria. Precisamente por ello, en Gijón convivimos con distintos recursos sociales que funcionan con normalidad y que, contrariamente a lo que algunos han dado a entender, se encuentran repartidos por toda la ciudad: En Somió, se encuentra la Comunidad Terapéutica de Salud Mental. En Viesques, el centro Madre Isabel Larrañaga para menores con familias desestructuradas. En El Coto, el centro de día Milsóles para tratamiento de adicciones. En Laviada, la Cocina Económica. En Deva, el proyecto La Santina de Cáritas para personas con problemas de alcoholismo. Y, ahora, en El Natahoyo, se plantea una solución temporal y transitoria mientras se acomete la necesaria reforma del Albergue Covadonga. Por todo ello, desde el Partido Popular creemos que la decisión que fue adoptada, lejos de ser improvisada, estaba perfectamente fundamentada, fruto de un análisis detallado de todas las alternativas posibles y con el respaldo de los profesionales y técnicos en cargados de velar tanto por la seguridad como por el bienestar de los residentes. Un gobierno responsable en frenta, a menudo, dilemas complejos: no siempre las soluciones más adecuadas son populares. Sin embargo, estas decisiones nunca deberían modificarse como consecuencia de un escrache. ¿Por qué, qué ejemplo se da entonces a la ciudadanía? ¿Qué precedente se sienta si se permite que la presión callejera imponga cambios sobre decisiones rigurosas y basadas en el interés general?
Artículo de David Cuesta
Publicado en La Nueva España el 17 de Noviembre







