Desde que hace veinte años se le retirara a la playa de San Lorenzo la bandera azul, ninguno de los arenales del concejo de Gijón lucen este distintivo que es sinónimo de calidad medioambiental. Este verano, desgraciadamente, tampoco. Para que a una playa, en cualquier lugar del litoral español se le conceda este distintivo, se sigue un proceso riguroso que lleva a cabo un jurado en el que están representadas las autoridades estatales de costas, la Federación Española de Municipios y Provincias, representantes de diversas universidades, además de entidades dedicadas a la protección de los derechos de los consumidores y la Cruz Roja del Mar. Este jurado toma la decisión de conceder o no la bandera azul en función de la documentación que envían los ayuntamientos costeros y de los datos oficiales sobre la calidad de las aguas de baño que remite el propio Gobierno de España a las autoridades de la Unión Europea.
Sorprende y no se entiende que el equipo de Paz Fernández Felgueroso diga que no se solicita la bandera azul porque quienes la otorgan «no son independientes y supone, además, una aportación económica», mientras que, al contrario, la Autoridad Portuaria de Gijón, de cuyo consejo de administración forman parte la alcaldesa y el concejal José María Pérez, sí la solicite para el puerto deportivo, que este año ha logrado recuperarla, de lo que debemos alegrarnos. Para mayor contradicción, el teniente de alcalde Santiago Martínez Argüelles acudió a ese acto de izada de la bandera en la antigua rula.
Hay otra explicación, muy distinta a la dada por el gobierno municipal de Gijón, para explicar su desinterés por este distintivo que valora una correcta gestión ambiental de las playas. Y es que en pleno siglo XXI Gijón sigue vertiendo una parte importante de sus aguas residuales al mar, sin ser tratadas. Hoy, pasados dieciocho años desde que en 1991 se aprobara el Plan de Saneamiento Integral de Gijón, no ha comenzado la construcción de la Depuradora de la Zona Este del municipio, pieza fundamental para desarrollar ese obligado plan. Y lo que es ya es el colmo, ni siquiera se dice dónde se va a ubicar.